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CERMI.ES semanal el periódico de la discapacidad.

viernes, 04 de diciembre de 2015cermi.es semanal Nº 192

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

Opinión

Vivo en un país

Por Leonor Lidón Heras, Delegada del CERMI Estatal para la Convención de la ONU y los Derechos Humanos

04/12/2015

Leonor Lidón Heras, Delegada del CERMI Estatal para la Convención de la ONU y los Derechos Humanos Vivo en un país en el que casi cuatro millones de personas se enfrentan cada día a la desigualdad, a la incertidumbre de no saber cuándo y cómo serán discriminados, a la inseguridad, porque la norma que proclama sus derechos no los defiende y los condena a la invisibilidad y a la impotencia, y los minoriza ahondando más, si cabe, la brecha de la exclusión y la marginación.
 
Vivo en un país donde lo que se define como público (transporte, salud, educación, ocio, etc.), resulta que no lo es, porque no está pensando para todos, pero que sí lo pagamos todos, y que mejor ni hablo de lo privado...
 
Vivo en un país donde hay personas que están secuestrados en sus casas, enterrados en vida, aislados, porque no hay una ley que les proteja de forma efectiva y real para que los edificios sean accesibles…¿puede alguien imaginarse, no sólo la soledad sino la imposibilidad de hacer algo tan sencillo como la compra?...y son tan invisibles, que no hay ni datos.
 
Vivo en un país donde más de  30.000  niñas y niños no pueden ir al colegio en igualdad de condiciones, sino que son segregados, ocultados, separados bajo el pretexto de una atención especializada, como si esa atención no pudiera darse en una escuela abierta e inclusiva.
Vivo en un país donde 80.000 personas han sido privadas de su voto, en una silenciosa muerte civil que les despoja de su individualidad, de su ciudadanía, porque resulta que a nadie se le examina de sus conocimientos para poder votar, pero a ellas y ellos sí.
 
Vivo en un país que fue de los primeros en firmar y ratificar la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad, y que es de los primeros en vulnerarla e incumplirla, y en desoír las recomendaciones de Naciones Unidas en esta materia.
 
Vivo en un país en el que aproximadamente un millón de personas, las que más lo necesitan, tienen menos recurso y derechos que los animales de un zoo, y que se enfrentan a un entramado que termina por dejarlos fuera del sistema que nació para ellos sin pensar en ellos: la atención a las situaciones de dependencia….y que incluso mueren sin que hayan sido atendidos, sin que sus derechos hayan sido reconocidos, sepultados bajo el olvido y la indiferencia.
 
Vivo en un país que pese a proclamar derechos, no quiere que avancen los derechos, que prefiere el amarillismos del paternalismo voluntarista, de un circo de necesidades al que responder de forma caprichosa, restando libertades y empoderamiento. Porque si los reconociera y protegiera tendría obligaciones, y prefiere no tenerlas, y apela a la solidaridad, a la sensibilidad y a todos los “buenismos”, en vez de a la justicia y a la legalidad.
 
Vivo en un país en  el que el Ministerio de Servicios Sociales e Igualdad, repito, Igualdad,  entiende que si bien se vulneró el derecho a la igualdad y no discriminación por inaccesibilidad de las webs de las empresas Jazztel y El Corte Inglés, archiva las denuncias por la inexistencia de infracción a la vista de los progresos que estas compañías han efectuado en la accesibilidad de sus páginas… Me pregunto si cuando me llegue una multa podré invocar esta justificación, el exponer que ya dejé de infringir la norma, que por favor, archiven la sanción… pero no lo creo, porque vivo en un país, que si te equivocas de buena fe con tus cuentas con Hacienda te sancionan y pagas sobrecargo.
 
Vivo en un país, en el que la Oficina de atención a la Discapacidad, de ese mismo ministerio garante de la igualdad, cree que lo que es seguro para un niño de seis años no lo es para una persona con discapacidad, y asume con naturalidad, desconocimiento y prejuicio que unas personas con síndrome de Down o Asperger no puedan entrar en el Parque Amazonía, porque la empresa, que presume de la seguridad de sus instalaciones, curiosamente, dejan de serlo si es una persona con discapacidad la que quiere ir, y sin paliativos la echa, lo que suena más estética que a ética.
 
Vivo en un país que usa la retórica de colectivos vulnerables, distrayendo la atención de la responsabilidad porque es él quién vulnera y diluye los derechos. 
 
Vivo en un país que se llama España, que al albur de la democracia se proclamó como estado social y democrático de derecho, pero que ha abjurado de sus orígenes, pues ni es social, ni es democrático ni es de derecho.
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